Diálogo Bíblico | Miércoles 23 de marzo 2016 | Cielos nuevos y tierra nueva | Escuela Sabática
Miércoles 23 de marzo
CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA
El pecado y la rebelión han sido intrusos no bienvenidos. Nunca fue la intención que estuvieran aquí. Produjeron mucho daño, pero ahora que la causa de ese daño ya no existe es tiempo de restaurar todo a la perfección. El Gran Conflicto no estará completado hasta que eso ocurra.
Lee Apocalipsis 21:1, 2, 9 y 10; y 22:1 al 3. ¿Cuáles son los rasgos principales de la descripción de Juan? ¿Qué significan?
Cuando Juan describe cielos nuevos así como una Tierra nueva, está repitiendo lo que dijo Pedro: “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos” (2 Ped. 3:10). Como sabemos muy bien, la Tierra tiene una desesperada necesidad ser reparada. Todo lo que hay aquí será completamente destruido a fin de dar lugar a toda una existencia nueva.
Juan también habla acerca de que no habrá mar (Apoc. 21:1). Él escribió eso desde una isla-prisión (Patmos), donde el mar imposibilitaba el escape. Aun en un barco moderno, lleva horas alcanzar la isla donde Juan escribió estas palabras. En la Tierra hecha a nuevo no habrá más ninguna forma de barrera que impida que los redimidos se muevan libremente de un lugar a otro, o vean a sus amados.
La descripción de la Nueva Jerusalén suena increíblemente espectacular. Aunque se la presenta como del estilo de las ciudades del tiempo en el que vivió Juan, porque era lo que él conocía, las imágenes de los artistas que la pintan con una arquitectura romana del siglo I la desfavorecen, pues es una ciudad “cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10).
Nuestras mentes apenas pueden captar las descripciones de la ciudad y sus enormes dimensiones nos dicen que allí no hay escasez de espacio; habrá lugar para todos. Apenas podemos comenzar a imaginarla, pero ¡qué divertido es dejar que nuestra creatividad se explaye en lo que nos espera!
Mira a tu alrededor la belleza del mundo natural y lo que te dice acerca del carácter de Dios, a pesar de la devastación provocada por el pecado. ¿De qué manera lo que vemos ahora puede inspirarnos a confiar en lo que todavía no vemos?